Empecé a estudiar francés cuando inicié la etapa de la educación secundaria obligatoria y, aunque fueron más los años que estuve estudiando inglés, tengo más conocimientos de francés.
Os voy a contar brevemente mi experiencia con esta segunda lengua extranjera.
Desde que entré en el instituto hasta que llegué a cuarto de la ESO, la profesora que impartía esta materia era diferente cada año.
Cada año cambiaba la profesora, cambiaba la metodología, cambiaba la forma de evaluar y cambiaba todo. Y nosotros debíamos adaptarnos a esos cambios de la mejor forma posible.
Debido a esto, se puede decir que lo que aprendí en esos 4 años no fue demasiado.
No obstante, como nunca me gustó el inglés y el francés siempre me pareció un idioma muy bonito y que quería aprender, en Bachillerato abandoné totalmente el inglés para dedicarme única y exclusivamente al francés.
Y es curioso pero lo que no aprendí en 4 años, lo aprendí en 2. Teníamos una profesora que explicaba bien y que se notaba que sentía amor por el idioma. También cabe destacar que influyó mucho que el número de alumnos en esa clase se reducía a 2: mi compañera Cristina (que está estudiando filología francesa en la USC y que este año está de Erasmus en Reims) y yo.
El resto de compañeros escogieron inglés como primero idioma y la verdad es que me alegro, porque una clase en la que hay más de 25 alumnos no ayuda a aprender correctamente ni a que el profesor conozca bien a cada uno de sus estudiantes.
Pero eso no nos pasaba a nosotras. Al ser solo dos alumnas, la profesora nos dedicaba toda la atención y nos conocía perfectamente a cada una. Yo aprendí mucho esos dos años y veía la utilidad de lo que estudiaba, pues la profesora nos enseñaba muchas palabras y frases cotidianas que se utilizan siempre.
- Ejemplo: te echo de menos --> tu me manques.
En cuanto a la metodología, la profesora no dejaba de lado el vocabulario ni la gramática, pero tampoco otras cuestiones que se tienen olvidadas en las clases de inglés.
Nosotras leíamos libros en francés y aunque después realizábamos exámenes para comprobar nuestra comprensión escrita, trabajábamos otros temas transversales a partir de ellos. También escuchábamos canciones y trabajábamos con la letra, para poder comprender el lenguaje más literario.
En cuanto a la expresión escrita, realizábamos todo tipo de textos, desde resúmenes, hasta comentarios de texto, hasta descripciones y redacciones de los temas más variados.
Sin embargo, la comprensión y la expresión oral se trabajaban en menor medida. Los exámenes de comprensión oral eran pocos y solo hicimos un examen oral una vez.
No obstante, aunque en general estaba contenta con esa asignatura, se debería dar más importancia a la expresión y comprensión oral. Va siendo hora de que se tengan en cuenta estos aspectos, siempre ignorados por los profesores de colegios e institutos, y que se les de la relevancia que tienen realmente.
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